5. Los incómodos
No sé si eres de las personas que se adaptan a las circunstancias, o de los que critican todo, remueven pisos, sacas trapos viejos y nunca quedan bien con nada…
Quizás seas de los que pasan de lado cuando ves a alguien tirado en el suelo, o de los que se detienen a ayudar a los caídos…
No estoy seguro de si te sientes mejor yendo religiosamente los domingos a la iglesia, o si más bien intentas salvar a un joven del infierno para hacer sonreír a Dios…
Los incómodos se quejan cuando llueve, cuando hace sol, cuando sienten frío y cuando no tienen suficiente dinero. Se quejan de los gobernantes, pero no hacen nada para cambiar el mundo. Dicen que no hay trabajo para ellos, y rechazan cien empleos. Los incómodos no viven para servir, sino se sirven de los demás.
La iglesia en la cual estamos, necesita de personas dispuestas, hombres y mujeres de palabra y de hechos. Hermanos que asuman compromisos y no huyan ante la necesidad… No seas incómodo, sino ayuda a que otros se sientan cómodos.
¿Cómo pasará un incómodo por el hueco de una aguja? ¿Cómo se arrodillará un incómodo para buscar al Padre? ¿Cómo dejará un incómodo la cálida y suave silla de la iglesia para salir a la calle fría o lluviosa a evangelizar?
El Reino de Dios es de Valientes, de gente dispuesta, de unos pocos que se atreven a dejan la incomodidad propia, para que muchos que sufren estén cómodos en las moradas que el Padre Celestial tiene preparadas.
¿Te incomoda esta reflexión?... piénsalo. |