6.    Ser del montón

Es interesante observar cómo la mayoría prefiere acomodarse en el montón, en la masa, y dejar que ella decida por ellos mismos. Son pocos los que deciden viajar más allá de sus limitaciones, conocer nuevas culturas, formas de pensar, humillar su ego y retarse a sí mismos para salir del montón.

Hace poco tuve la oportunidad de viajar a Granada, Nicaragua. Fui con fines deportivos, pues iba a competir en un torneo de ajedrez. Quedé sorprendido por las estructuras coloniales de ese espectacular lugar, por el trato amable de su gente y por la confianza y tranquilidad que se respiraba en esa maravillosa cuidad granadina.

El ganador del año pasado, un viejo amigo mío, pudo vencer de nuevo con facilidad a todos sus rivales, mientras yo simplemente aceptaba que mi poco entrenamiento me estaba castigando de nuevo y perdí 3 partidas de una forma catastrófica… Si sumamos a mi poco entrenamiento, el cansancio debido al viaje de 10 horas desde San José a Granada y las trasnochadas por jugar alrededor de 10 horas diarias, no podía más que esperar un mal resultado y así sucedió. Esto me hizo reflexionar acerca del porqué otros ganaban siempre, mientras que a mí me costaba un mundo poder empatar o no perder.

El último día del torneo jugué tan mal que me enojé conmigo mismo, me levanté y salí rumbo al hotel a descansar toda la tarde y noche. Me encerré allí y logré darme cuenta que para estar entre los mejores, hay un camino estrecho, difícil y exclusivo que recorrer. Un campeón tiene una mentalidad positiva, está lleno de fe, de coraje pero sobre todo de preparación diaria y permanente. Se exige más a sí mismo cada día y no se compara con los demás, ni busca pretextos para justificar sus derrotas.

En una ocasión, mientras los discípulos de un famoso maestro dormían, él demostró su disciplina, fe y determinación. Subiendo una montaña, y conversando con su padre durante toda la noche, Jesús nos dio una lección que aun miles de personas no han querido aprender: Nuestra pasión por Dios debe ser tal, que queramos ser los mejores a su lado, no importando nada más… ni amigos que nos abandonen… ni familiares que nos ignoren… ni voces interiores que nos digan vete a dormir…

¡Nuestro maestro nunca fue del montón! Así que si quieres ser el mejor en su reino debes dejar todo aquello que te estorbe, tomar tu cruz todos los días de tu vida y seguirle sin desviarte.